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Es difícil cambiar el formato de algo sin perder algo por el camino. 

Bertolt Brecht sobre Lao-Tse

1

A sus setenta años, ya achacoso,

sintió el maestro grandes ansias de paz.

En el país, la bondad enflaquecía,

y cobraba nuevas fuerzas la maldad.

Y decidió marchar.



2

Empaquetó sólo lo imprescindible,

lo que sabía iba a necesitar:

la pipa en que fumaba cada noche,

el libro al que acudía sin cesar,

y suficiente pan.



3

Gozó una última vez mirando al valle,

mas lo olvidó tan pronto comenzó a ascender.

Mientras al anciano llevaba a su lomo,

iba rumiando hierba fresca el buey.

Su marcha era suficiente para aquél.



4

Cuatro días anduvieron entre peñas,

hasta que un aduanero los paró.

— ¿Alguna cosa de valor? —Ninguna—.

y el muchacho que llevaba al buey habló.

—Es un maestro —dijo, y todo se aclaró.



5

Pero el hombre estaba alegre y dirigiéndose

al muchacho preguntó: —¿Qué enseña?—

—Que el agua blanda en movimiento

acaba venciendo a la más dura piedra.

¿Sabes? Hace falta paciencia—.



6

Por no desperdiciar la luz del día,

aguijó el muchacho luego al animal,

y ya detrás de un pino los tres se perdían

cuando al aduanero comenzó a gritar:

—¡Alto ahí, que os quiero hablar!



7

Dime otra vez eso del agua, anciano—.

Se detuvo el maestro: ¿Te interesa?—

Respondió el hombre: —Soy aduanero,

mas saber quién gana siempre me interesa.

Si lo sabes, ¡cuenta!—.




8

—Anótalo. Díctaselo al chico.

No lo reserves sólo para ti.

Comida tengo en casa, y papel y tinta:

todo lo que hace falta para escribir.

¿Quieres venir?—



9

Examinó el anciano al aduanero.

Chaqueta zurcida, descalzos los pies.

Una profunda arruga cruzaba su frente.

No era la estampa de alguien acostumbrado a vencer.

y murmuró el maestro: —¿Tú también?—



10

Había vivido el anciano demasiado

para rechazar tan cortés invitación.

—Quien pregunta merece ser contestado—

—y hace frío —el muchacho intercaló.

—Está bien, quedémonos—.



11

Desmontóse el sabio entonces de su buey,

y escribió con el chico durante una semana.

El aduanero se encargaba de darles de comer

(y a los contrabandistas maldecía en voz baja).

Pero antes o después, todo se acaba.



12

Una mañana, al fin, ochenta y una

sentencias entregó el muchacho al aduanero.

y tras agradecerle una pequeña prenda,

otra vez en camino se pusieron.

¿Cabe ser más atento?



13

No celebremos, pues, tan sólo al sabio

cuyo nombre en el libro resplandece.

Al sabio hay que arrancarle su tesoro.

El aduanero que supo retenerle

gracias también merece.

Ritos funerarios del Neolítico



Entre las prácticas funerarias más complejas y misteriosas del Neolítico destaca el culto a los cráneos humanos practicado en Jericó desde el IV milenio a. C.

Las cabezas, antes de ser enterradas, eran recubiertas con arcilla y "maquilladas" para que no se perdieran los rasgos del difunto. En las cuencas de los ojos, se incrustaban normalmente conchas de moluscos.


Antiguos buttplugs de hace mucho.

Junto con los cambios socioeconómicos y tecnológicos, el Neolítico trajo consigo una evolución en la forma de afrontar la muerte en las sociedades humanas. Así, el culto a los difuntos y los ritos funerarios —especialmente la cuestión de enterrar a los muertos— aparecen respresentados, aunque de forma muy dispar, en la mayor parte de culturas neolíticas. En muchos casos, los muertos eran inhumados en posición encogida, rodeados con armas y todo tipo de objetos cotidianos —lo que está muy relacionado con la idea de una vida de ultratumba—, y dentro de cajas, cestos e incluso urnas de cerámica.

Los enterramientos, por otra parte, se realizaban normalmente debajo de las mismas chozas o en tumbas colectivas y cementerios situados en el interior o cerca de los poblados.

Isis


Después de que el dios Osiris fuera asesinado y descuartizado por su hermano Seth, su esposa y su hija viajaron alrededor del mundo recolectando todos los pedazos del cuerpo de Osiris. Al no encontrar su miembro viril, su esposa esculpió un pene en arcilla, lo unió a su cuerpo y le devolvió a la vida a través de una felación.

Cándido



Al comienzo de su carrera, Klee desarrolló el dibujo satírico. La serie Invenciones, un ataque contra las convenciones burguesas, fue incomprendida. Klee sufrió una nueva decepción con las ilustraciones de la obra Cándido de Voltaire: la serie de dibujos no fue publicada hasta 1920.

Klee se entregó aquí a un dibujo instintivo, rebajado a un grafismo gestual que pudo ser asimilado al dibujo de un niño. Esta técnica favorecía la emergencia de los impulsos y de los fantasmas, escatológicos o sexuales. Sin embargo, de esta confusa profusión surgió el estilo suelto que caracterizaría a Klee.