Entre las prácticas funerarias más complejas y misteriosas del Neolítico destaca el culto a los cráneos humanos practicado en Jericó desde el IV milenio a. C.
Las cabezas, antes de ser enterradas, eran recubiertas con arcilla y "maquilladas" para que no se perdieran los rasgos del difunto. En las cuencas de los ojos, se incrustaban normalmente conchas de moluscos.
Antiguos buttplugs de hace mucho. |
Junto con los cambios socioeconómicos y tecnológicos, el Neolítico trajo consigo una evolución en la forma de afrontar la muerte en las sociedades humanas. Así, el culto a los difuntos y los ritos funerarios —especialmente la cuestión de enterrar a los muertos— aparecen respresentados, aunque de forma muy dispar, en la mayor parte de culturas neolíticas. En muchos casos, los muertos eran inhumados en posición encogida, rodeados con armas y todo tipo de objetos cotidianos —lo que está muy relacionado con la idea de una vida de ultratumba—, y dentro de cajas, cestos e incluso urnas de cerámica.
Los enterramientos, por otra parte, se realizaban normalmente debajo de las mismas chozas o en tumbas colectivas y cementerios situados en el interior o cerca de los poblados.